Tras 21 meses inactivo, el velocista volvió en Tenerife con un 400 en 45.96, su marca personal, que confirma que está en plena forma.
Un grito de emoción y un beso al suelo. Fue lo que hizo Bruno Hortelano al traspasar los cuadros de meta del Centro de Atletismo Tíncer de Tenerife, donde el chico que en 2016 revolucionó la velocidad española puso fin a 21 meses sin competir, de horas bajas, de tristeza profunda, de dolores… El atleta, de 26 años, volvía a calzarse unos clavos y a ponerse un dorsal. Lo hizo de maravilla, a lo largo de 400 metros, una distancia superior (su fuerte es el 200) que hace para trabajar la base, donde marcó 45.96, un registro de postín, superando su mejor tiempo personal (46.22 de 2015). lo mejor que se ha visto este verano en España. Tras muchas dudas y anuncios incumplidos, ahora sí, Bruno Hortelano ha vuelto.
Era una tarde ventosa, en la que Hortelano podía haber pagado el exceso de ímpetu de los casi dos años de inactividad. No fue así. “La sensación fue muy distinta a otra carrera, había mucha emoción detrás. Ayer visualizaba la prueba yo sólo en la pista, que la hago andando y en la última recta me emocionaba pensando en el largo camino que he pasado y sabía que esas imágenes me iban a dar las fuerzas”, relataba el velocista, que vació la cabeza cuando sonó el disparo de salida para afrontar la vuelta más emotiva a la pista en el tartán del ventoso estadio de Tíncer, donde un público entusiasta alucinaba al ver una estrella en su modesto Mitin.
Salió fuerte Hortelano, algo propio de velocistas cortos, pasando los 200 metros acariciando los 21 segundos y en los 100 finales, cuando el ácido láctico inunda al corredor, Hortelano tiró de lo que había guardado en su cerebro en la visualización: “Sabía que esas imágenes de la recta final me darían fuerza”. Y le dieron, tanto que no descompuso su trabajada técnica de carrera y paró el reloj en 45.96, mejor marca española del año y la tercera europea de la temporada.
Ampliar
La carrera de Tenerife no era para brillar, sino un gesto simbólico “de pasar página” igual de icónico que el guante que llevará siempre como marca de identidad “para no olvidar todo lo que sucedió” tras aquel accidente de tráfico de septiembre de 2016. Pero Hortelano tiene prisa “por entrar de nuevo en el grupo de los mejores atletas del mundo”. Allí se instaló este invierno Óscar Husillos, que se reveló como un tremendo cuatrocentista, y que podría tener duelos estelares con Bruno Hortelano. La doble H se llama ya a los dos atletas que han revolucionado en dos etapas la velocidad española.
Hortelano seguirá su periplo de competición la próxima semana en Oordegem (Bélgica), donde repetirá en 400 metros y el 3 de junio se reestrenará sobre 200 metros en Hengelo (Holanda). Corriendo con gente, puede llegar muy lejos. “En función de como rinda en esas pruebas ya iremos confeccionando el calendario”, anuncia su mánager Alberto Armas, con el que Bruno Hortelano ha planificado una temporada que debería acabar el mes de agosto en los Europeos de Berlín, donde el sprinter renacido defiende el título continental. “Voy a estar allí”. Ya no cabe duda. Bruno Hortelano ha vuelto.